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Capitolo  25
CAPÍTULO XXV

Pinocchio promette alla Fata di essere buono e di studiare, perché è stufo di fare il burattino e vuol diventare un bravo ragazzo.
Pinocho promete al Hada ser bueno y estudiar.

In sulle prime la buona donnina cominciò col dire che lei non era la piccola Fata dai capelli turchini: ma poi, vedendosi oramai scoperta e non volendo mandare più a lungo la commedia, fini col farsi riconoscere, e disse a Pinocchio:
— Birba d’un burattino! Come mai ti sei accorto che ero io?
— Gli è il gran bene che vi voglio quello che me l’ha detto.
— Ti ricordi? Mi lasciasti bambina e ora mi ritrovi donna; tanto donna, che potrei quasi farti da mamma.
Al principio la mujercita negaba que fuese el Hada de los cabellos azules; pero después, viendose descubierta y no queriendo continuar más tiempo la comedia, terminó por darse a conocer, y dijo a Pinocho:
--¡Bribón de muñeco! ¿Cómo has podido acertar que era yo?
--¡Es por lo mucho que te quiero!
--¿Te acordabas de mí? Me dejaste siendo niña, y ahora me encuentras hecha una mujer; tanto, que pudiera servirte de mamá.

— L’ho caro dimolto, perché così, invece di sorellina, vi chiamerò la mia mamma. Gli è tanto tempo che mi struggo di avere una mamma come tutti gli altri ragazzi!… Ma come avete fatto a crescere così presto?
— È un segreto.
— Insegnatemelo: vorrei crescere un poco anch’io. Non lo vedete? Sono sempre rimasto alto come un soldo di cacio.
— Ma tu non puoi crescere, — replicò la Fata.
— Perché?
— Perché i burattini non crescono mai. Nascono burattini, vivono burattini e muoiono burattini.
- Lo he querido mucho, porque así, en lugar de hermanita, te llamaré mi mamá. ¡Hace mucho tiempo que no suspiraba por tener una madre como todos los demás chicos!… ¿Pero cómo creciste tan rápido?
- Es un secreto.
- Enséñame: a mí también me gustaría crecer un poco. ¿No puedes verlo? Siempre me he mantenido tan alto como un centavo de queso.
"Pero no puedes crecer", respondió el hada.
- ¿Porque?
- Porque los títeres nunca crecen. Los títeres nacen, los títeres viven y los títeres mueren.

— Oh! sono stufo di far sempre il burattino! — gridò Pinocchio, dandosi uno scappellotto. — Sarebbe ora che diventassi anch’io un uomo come tutti gli altri.
— E lo diventerai, se saprai meritartelo…
— Davvero? E che posso fare per meritarmelo?
— Una cosa facilissima: avvezzarti a essere un ragazzino perbene.
— O che forse non sono?
— Tutt’altro! I ragazzi perbene sono ubbidienti, e tu invece…
— E io non ubbidisco mai.
— I ragazzi perbene prendono amore allo studio e al lavoro, e tu…
— E io, invece, faccio il bighellone e il vagabondo tutto l’anno.
— I ragazzi perbene dicono sempre la verità…
— E io sempre le bugie.
— I ragazzi perbene vanno volentieri alla scuola…
— E a me la scuola mi fa venire i dolori di corpo. Ma da oggi in poi voglio mutar vita.
— Me lo prometti?
- ¡Vaya! ¡Estoy harto de ser siempre un títere! Gritó Pinocho, abofeteándose. - Ya es hora de que yo también me convierta en un hombre como todos los demás.
- Y te convertirás en uno, si sabes merecerlo...
- ¿De verdad? ¿Y qué puedo hacer para merecerlo?
- Una cosa muy fácil: acostumbrarse a ser un niño decente.
- ¿O tal vez no lo soy?
- ¡Lejos de ahi! Los buenos son obedientes, y tú en cambio...
- Y nunca obedezco.
- Los buenos toman amor por el estudio y el trabajo, y tú...
- Y yo, en cambio, soy un vagabundo y un vagabundo todo el año.
- Los buenos siempre dicen la verdad...
- Y yo siempre miento.
- A los niños buenos les gusta ir a la escuela...
- Y la escuela me da dolores de cuerpo. Pero a partir de ahora quiero cambiar mi vida.
- ¿Me prometes?

— Lo prometto. Voglio diventare un ragazzino perbene e voglio essere la consolazione del mio babbo… Dove sarà il mio povero babbo a quest’ora?
— Non lo so.
— Avrò mai la fortuna di poterlo rivedere e abbracciare?
— Credo di si: anzi ne sono sicura.
A questa risposta fu tale e tanta la contentezza di Pinocchio, che prese le mani alla Fata e cominciò a baciargliele con tanta foga, che pareva quasi fuori di sé. Poi, alzando il viso e guardandola amorosamente, le domandò:

- Prometo. Quiero llegar a ser un chico decente y quiero ser el consuelo de mi padre... ¿Dónde estará mi pobre padre en este momento?
- No sé.
- ¿Tendré alguna vez la suerte de poder volver a verlo y abrazarlo?
- Creo que sí: de hecho estoy seguro.
Ante esta respuesta, Pinocho se alegró tanto que tomó las manos del Hada y comenzó a besarlas con tal entusiasmo que parecía casi fuera de sí. Entonces, alzando el rostro y mirándola con amor, le preguntó:

— Dimmi, mammina: dunque non è vero che tu sia morta?
— Par di no, — rispose sorridendo la Fata.
— Se tu sapessi, che dolore e che serratura alla gola che provai, quando lessi qui giace
— Lo so: ed è per questo che ti ho perdonato. La sincerità del tuo dolore mi fece conoscere che tu avevi il cuore buono: e dai ragazzi buoni di cuore, anche se sono un po’ monelli e avvezzati male, c’è sempre da sperar qualcosa: ossia, c’è sempre da sperare che rientrino sulla vera strada. Ecco perché son venuta a cercarti fin qui. Io sarò la tua mamma…
- Dime, mami: ¿entonces no es verdad que estás muerta?
- Aparentemente no, - respondió el Hada con una sonrisa.
- Si supieras, que dolor y que nudo en la garganta senti, cuando lei aqui miente...
- Lo sé: y por eso te perdoné. La sinceridad de tu dolor me hizo saber que tenías buen corazón: y de los muchachos de buen corazón, aunque sean un poco traviesos y mal acostumbrados, siempre hay algo que esperar: es decir, siempre hay que esperar que volver al verdadero camino. Por eso he venido a buscarte hasta aquí. yo sere tu mama...

— Oh! che bella cosa! — gridò Pinocchio saltando dall’allegrezza.
— Tu mi ubbidirai e farai sempre quello che ti dirò io.
— Volentieri, volentieri, volentieri!
— Fino da domani, — soggiunse la Fata, — tu comincerai coll’andare a scuola.
Pinocchio diventò subito un po’ meno allegro.
— Poi sceglierai a tuo piacere un’arte o un mestiere…
Pinocchio diventò serio.
— Che cosa brontoli fra i denti? — domandò la Fata con accento risentito.
— Dicevo… — mugolò il burattino a mezza voce, — che oramai per andare a scuola mi pare un po’ tardi…
- ¡Vaya! ¡qué cosa más hermosa! - gritó Pinocho saltando de alegría.
- Me obedecerás y siempre harás lo que te diga.
- ¡Con gusto, con gusto, con gusto!
- Hasta mañana, - añadió el Hada, - empezarás por ir a la escuela.
Pinocho inmediatamente se volvió un poco menos alegre.
- Luego elegirás un arte o una profesión a tu gusto...
Pinocho se puso serio.
- ¿Qué estás refunfuñando entre dientes? Preguntó el Hada con acento resentido.
- Decía... - gimió el títere en voz baja, - que a estas alturas parece un poco tarde para ir a la escuela...

— Nossignore. Tieni a mente che per istruirsi e per imparare non è mai tardi.
— Ma io non voglio fare né arti né mestieri…
— Perché?
— Perché a lavorare mi par fatica.
— Ragazzo mio, — disse la Fata, — quelli che dicono così, finiscono quasi sempre o in carcere o all’ospedale. L’uomo, per tua regola, nasca ricco o povero, è obbligato in questo mondo a far qualcosa, a occuparsi, a lavorare. Guai a lasciarsi prendere dall’ozio! L’ozio è una bruttissima malattia, e bisogna guarirla subito, fin da ragazzi: se no, quando siamo grandi, non si guarisce più.
- No señor. Tenga en cuenta que nunca es demasiado tarde para educarse y aprender.
- Pero no quiero hacer artes ni manualidades...
- ¿Porque?
- Porque me cuesta trabajar.
- Muchacho - dijo el Hada -, los que dicen eso casi siempre acaban en la cárcel o en el hospital. El hombre, según vuestra regla, nazca rico o pobre, está obligado en este mundo a hacer algo, a ocuparse, a trabajar. ¡Ay de dejarse llevar por la ociosidad! La ociosidad es una enfermedad muy mala, y hay que curarla enseguida, desde la niñez: de lo contrario, cuando seamos adultos, ya no nos curaremos.

Queste parole toccarono l’animo di Pinocchio, il quale rialzando vivacemente la testa disse alla Fata:
— Io studierò, io lavorerò, io farò tutto quello che mi dirai, perché, insomma, la vita del burattino mi è venuta a noia, e voglio diventare un ragazzo a tutti i costi. Me l’hai promesso, non è vero?
— Te l’ho promesso, e ora dipende da te.
Estas palabras tocaron el alma de Pinocho, quien levantó la cabeza enérgicamente y le dijo al Hada:
- Estudiaré, trabajaré, haré lo que me digas, porque, en fin, la vida del títere me ha aburrido, y quiero convertirme en un niño a toda costa. Me lo prometiste, ¿no?
- Te lo prometí, y ahora te toca a ti.





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